Estimado
maestro . G:
“Expectativa”
es la palabrita que anduve buscando estos días de lectura de tu texto. Me
explico: hay poetas a quienes se les adivinan las mañas, los giros, los
deslices; otros a quienes ni siquiera vale la pena buscarles el mejor ángulo
porque carecen de toda arista. Pero cuando ha seguido uno (uno-lector) a un
poeta en quien descubre gustoso en cada libro, en quien se regocija porque su lenguaje es más que un ejercicio
intelectual o un simple pálpito, entonces surge eso que llamo “expectativa”.
Bien, tu Mua,yo,mi y aveces tu me
confirma el arraigo cada vez mayor de tus registros poéticos; ese carisma capaz
de sublimar o execrar, de encumbrar la tradición o de refrescar las formas
versiculares. Puedes, sin menoscabo de la elegancia, ir del dicho al lecho, de
lo lírico a lo epigramático, de lo formal y contenido del octosílabo y el
endecasílabo a lo abiertamente prosístico.
Tu poema (lo llamaré así para evitar caer en disquisiciones técnicas)
logra crear ―con toda intencionalidad maliciosa― una imagen entrañable: la de
un par de rabiosos seres que se resisten a hacer del amor y el erotismo un
lugar común, una fórmula gastada y envilecida por la melcochería. Su canto
(resalto lo atinado del epígrafe de los Carmina)
no puede ser orquestado más que por ese clic instantáneo, por esa impronta
digital que la tecnología provee para que los amantes reinventen su lenguaje.
Te diré que el poema me hizo recordar una impecable prosa que publicaste
en alguna revista o diario hace algunos ayeres (¿10, 15 años?). Sucede en un
hotel de paso: él medita en la cama, sale del cuarto por un vaso de agua; un
relato que tenía ya a todas luces bien asimiladas lecturas no sólo
garciaponceanas, sino de la mejor tradición literaria
grecolatina. En fin: sólo quería hacer notar esa referencia.
Sin embargo, me preocupan algunos aspectos “estructurales” del poema.
Me referí al principio al registro de tu voz, del aliento que caracteriza
tus anteriores trabajos; y creo (aun con la dispersión y la falta de memoria
para citar títulos y versos) que en ellos has logrado contener la “forma”; es
decir, has evitado que los textos se desboquen, se salgan de fuste por la bendita
euforia de escribir. Hay aquí, por ejemplo, dos textos breves que me parece
prolongan sin mucho éxito el libro, y que por su ubicación casi central lo
alentan demasiado:
Sobre mua? Que miedo.:—0:—0:—0
Oye quiero postre, sopa, manzana, y que me digas:
me gusta tu coño. :—P ufff
Coñmo nn;—)
:—>
je ]
[Las negritas son alevosía mua].
Más que hacerme ruido lo visual, me distrae
su exceso. No quiero decir que se eviten, sino que se moderen. Pero esto
obviamente tiene que ver con la respuesta a la pregunta filosófico-existencial
de líneas arriba.
No divago más: si me preguntas si debes publicar
ya este poema, diría que hay otros textos tuyos que merecen antes ese
privilegio. En lo muy personal, creo que Mua,yo,mi
y aveces tu tendría que pasar aún cierta fase de depuración
para mostrar mejor sus virtudes.
Juan Jorge Ayala
[Junio de 2011]
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