"el amor que coquetea, que es, a veces, juguetón, carnal, tonto, frágil"
[ Comentario crítico sobre Mua,yo,mi y a veces tu ]
Jorge Montiel
Hace poco leí este libro de poemas de Gerardo
Lino, que muy gentilmente me hizo llegar. Debo decir que cuando me di cuenta
que el tema era el ya tratado y sobre tratado tema erótico, no esperé encontrar
algo nuevo. Según algún comentarista de Neruda, nadie, ni antes ni después, ha
encarnado el amor como lo hizo él. Quizás. Pero lo que atrae del libro de Lino
no es simplemente el amor encarnizado, sino más bien el amor que coquetea, que
es, a veces, juguetón, carnal, tonto, frágil. Es decir, el amor en la maravilla
de su cotidianidad. Para descubrir esta maravilla analizaré, en este
comentario, los recursos que hacen del último libro de Lino —si no estoy mal
informado— una exquisitez en su lectura.
El
libro empieza con el epígrafe de una conversación entre “ellos”. Él la quiere
para sí, ella está dispuesta. En esas dos líneas una ligera fibra estalla, el
lector sabe que ha comenzado algo. Luego él se retuerce ante la imposibilidad
de responder a una declaración tan directa. Aquí se puede observar un primer
detalle: el tono conversacional del libro. Lino no sólo incorpora fragmentos de
conversaciones reales —lo cual es una novedad en sí—, sino que además el modo
en que el poema está dicho es conversacional. Pensemos por ejemplo en esta
línea: “Quiero tu pelo largo
para hacerte trenzas”. Aquí no hay discurso, en el sentido artificioso de la
palabra, hay un deseo que hace uso de la palabra para expresarse. Y sin
embargo, hay poesía en la sinceridad y la simplicidad del lenguaje hablado.
Esta manera de poetizar tiene sus implicaciones: el poeta no se detiene, se deja
llevar por el erotismo; pero tampoco puede retirar lo dicho. Esto hace que el
lenguaje se haga frágil y fuerte a la vez. Frágil porque no hay tiempo para
correcciones, lo que se dice, se dice de una vez y ya; fuerte por la sinceridad
y la intensidad interna con la que se dice. ¡Tanto que se parecen en esto el
lenguaje y el amor!
Otro
punto que quiero comentar aquí es la velocidad de los poemas, o quizás deba
decir las velocidades. Lino va del tono leve, tranquilo, meditabundo, al
torbellino. Pensemos, por ejemplo, en estas líneas: “Fueron los libros/ aunque
no los leímos juntos/ los que nos llevaron a esto—”. Aquí él piensa cómo fue
posible haber llegado a ese punto. La voz poética está pensando en voz alta,
está reflexionando con ella. La velocidad es tranquila, no hay prisa ni
intensidad, la velocidad del verso es la velocidad del pensamiento y no la del
deseo. Por otra parte, la velocidad se incrementa con la intensidad erótica: “Y
no porque consten de las gruesas palabrotas/ que exclamamos ay cabrón/ qué
haces con esa verga/ ay dedos pervertidos/ sí maligno así/ dame plis por el
culo pero no me lastimes ojete/ rómpeme con las uñas hijaeput méteme algo/ cómo
te derramas con el coño/ puta perro qué rico/ apestas como a madres/ me gustas
apestocito/ a más de otras que ya se me olvulan/ o por pene no me atrevo”. En
este caso, la acumulación de imágenes, sensaciones y expresiones generan un ritmo
salvaje. El lector entra en el campo de batalla, presencia el acto sexual, con
la lectura de cada verso su ritmo cardiaco se acelera, la sangre le llega hasta
la ingle y quizás —depende de la imaginación de cada quien— ocurre la erección.
Otro
aspecto de Mua,yo,mi y a veces tu
es el uso del sarcasmo y la ironía. Una de las formas en que Lino logra esto es
por medio de la recreación de pasajes bien conocidos de los que la voz poética
sale victoriosa. El siguiente poema es un ejemplo de ello:
Tuvimos que salir corriendo del
Paraíso varias veces
y es cierto:
sentimos vergüenza
—ya bañados y
bien vestidos
Aquí Lino sitúa al lector en
el pasaje de la Biblia sobre Adán y Eva, toma a estos personajes, los encarna
en la voz poética, luego reafirma el final de la historia para después agregar
sutilmente el ingrediente sarcástico.
La
ironía se logra por medio de la construcción de un deseo que se desarrolla
durante todo el poema y culmina con la angustia de lo irrealizable. Sin embargo
—y aquí entra la ironía— “no hay
tiempo sino para coger”. El mejor ejemplo de esto es:
Quisiéramos
cantar
abrir un
libro comentarlo
ir a los
bailes a los bares
contarnos
historias extensas
o poner una
casa
cuidar los
hijos inengendrados entre nos
organizar
algo
compartir
con amigos nobles
ir al cine
a festivales de jazz
o estudiar
juntos doctos otro poco
construir
un proyecto
viajar a
los lugares venerados
—ah: no hay tiempo sino para coger
Una
particularidad que quiero señalar aquí es la incorporación de conversaciones y
de signos expresivos comúnmente conocidos como “caritas”. Esta es otra de las
innovaciones de Lino, el aspecto visual del poemario. Estos signos no son
adornos al poema, sino significantes en sí. Su uso es tan cotidiano en las
conversaciones por internet o por mensajes de texto, que su incorporación está
justificada por el hecho mismo de que así nos expresamos. A través de la
incorporación de conversaciones reales por medios electrónicos, Lino explora un
lenguaje que aún no ha sido explorado en la poesía: el lenguaje electrónico.
Tanto como los signos, la incorporación de estas conversaciones está
justificada porque ayuda a aportar significado al todo del libro, logran
entramar un tejido poético, en otras palabras, amarran el poema.
Pese
al tono juguetón, el uso del lenguaje coloquial, etcétera, Lino por momentos
nos revela verdades que va encontrando en el intrincado camino del amor. Es
decir, su reflexión no se queda en la superficialidad de lo cotidiano, sino que
toca las superficies, juega con ellas y las penetra descubriendo para el lector
verdades ocultas dentro de la misma cotidianidad. Un ejemplo de ello es el
siguiente poema:
No es la
muerte definitoria
la de a
deveras
sino la
cotidiana
—deberes
idiosincrasias
usos del
dentífrico platos del fregadero
las horas
señaladas el modo de dormir—
la que nos matará
Aquí podemos ver cómo Lino
encuentra algo entre las cosas ordinarias, ese algo es una verdad que se aplica
para cualquiera de nosotros. Es decir, Lino no se queda en el mero lisonjeo ni
en el amor entre pieles. Lino busca en ese amor una respuesta a su existencia:
“Quizá: ‘no buscabas el arte / amor buscabas’// Sí!”
En
conclusión, la manera en que Gerardo Lino muestra el amor en la maravilla de su
cotidianidad es por medio del uso del lenguaje conversacional y coloquial. Esto
hace que el discurso mismo sea, en momentos, fuerte, y en otros, débil, tanto
como la pasión misma. La velocidad de los poemas va de acuerdo con la lucidez
del pensamiento o con el frenesí del erotismo, siendo a veces reflexivo, con
ritmo calmado, y otras veces pasional y turbulento invitando al lector a entrar
en esa otra realidad del erotismo. Por medio del uso de la ironía y el sarcasmo
Lino agrega el tono juguetón al libro, sin embargo, ese mismo tono no lo
previene de explorar su cotidianidad y penetrar la carne de las cosas para
luego parir verdades y encontrar respuestas a su existencia.
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Jorge Montiel (6-XI-1986),
poeta, Northeastern Illinois University.
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